La Eucaristía la celebró Mons. José R. Carballo, Arzobispo Secretario de la CIVCSVA y religioso franciscano, muy cercano a la Orden. Concelebraron con él el P. Postulador de la Causa, el capuchino P. Alfonso Ramírez,el Provincial franciscano de Castilla, el Provincial Capuchino, el Delegado de Vida Consagrada de Toledo, el Asistente de Castilla, el capellán de la Casa Madre, un P. Carmelita y otros sacerdotes de Toledo.
Mons. Carballo comenzó su homilía poniendo énfasis en la ALEGRÍA que reina en la Iglesia y en la Orden fundada por Santa Beatriz, por la beatificación de estas 14 mártires. Señaló que nuestras mártires “no buscaron la muerte, pero tampoco la rehusaron, al igual que hicieron Pedro y Pablo, cuya fiesta hoy celebramos….. Conscientes, como Pablo, de haber sido escogidas desde el seno materno, vivieron plenamente su vocación de concepcionistas. Y, en cuanto tales, de la contemplación de Cristo aprendieron la fuerza suprema y redentora del amor, para combatir el buen combate y acabar la carrera, conservando la fe.
De la contemplación del amor de Cristo, nuestras mártires aprendieron a amar, y como Pedro, a quien hoy pregunta ¿me amas?, también ellas, en la hora de la prueba, sabiendo que el Señor estaba a su lado, a la pregunta: me amáis, pudieron responder con prontitud: Tú lo sabes todo, Tú sabes que te queremos.”
Continuó la bella homilía recordándonos que el amor nos hace cada día más jóvenes y que éste es un momento hermoso e importante para la Orden, invitándonos a acoger las palabras que hoy le decía el Señor a Pedro: “Levantaos y seguidme”, entronizando en vuestro corazón a la Inmaculada para imitar su fe y vivir sus actitudes, sugiriéndonos que, desde lo profundo de nuestro corazón, renovemos nuestro incondicional SI al Señor, para ser centinelas que anuncien la llegada del lucero de la mañana, Cristo Jesús.
De este modo, concluyó, sin que resuene vuestra voz a toda la tierra llegará vuestro lenguaje hecho por el testimonio de las buenas obras.
Tras la profesión de fe se invocaron a las beatas con una bella letanía, y concluida la celebración, M. Carmen de los Ríos entregó las reliquias a las Presidentas para que las distribuyesen luego a sus monasterios y concluida la celebración y las gracias correspondientes regresamos para Madrid, desde donde partiríamos para nuestros respectivos destinos.
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